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Foto del escritorPierrick Massé

NORMA de Vincenzo Bellini

Actualizado: 21 abr


DATOS PRÁCTICOS

Fechas: del 3 al 19 de marzo del 2021

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Música, drama y emoción serán absolutos protagonistas del escenario del Teatro Real con la llegada de Norma, ópera de Vincenzo Bellini (1801-1835), de la que se ofrecerán 12 funciones entre el 3 y el 19 de marzo en una nueva producción concebida por el director de escena Justin Way, con dirección musical de Marco Armiliato.


Considerada una de las obras cumbres del belcanto, su extraordinaria belleza melódica enmascara una enorme dificultad vocal, especialmente en el papel protagonista, y con ella Bellini manipula como nadie las emociones más encendidas del melodrama. Norma posee, además, una extraordinaria dramaturgia que expone a los personajes en diferentes niveles y muestra con valentía sentimientos y actitudes casi ocultos hasta entonces en la mujer. Es, quizás, esa percepción fuerte y moderna del mundo femenino la que hace de esta ópera uno de los títulos más deseados de la temporada.

Justin Way sitúa la acción en el interior de un viejo teatro italiano con toda la compañía ensayando Norma. En el exterior, el siglo XIX, que ha comenzado marcado por el Congreso de Viena tras la derrota de Napoleón, mantiene el norte de Italia bajo la dominación austriaca, cuyo gobierno reaccionario provoca el nacimiento de los primeros movimientos nacionalistas. Entre ambos mundos, los dos intérpretes principales de la función mantienen una relación secreta sometida a tensiones personales y sociales, inmersa en un conflicto que no saben gestionar.

La propuesta plantea un paralelismo entre el argumento de la ópera y la realidad histórica del momento de su estreno en Milán en 1831, ofreciendo al espectador la dualidad prima donna/Norma, austriacos/romanos, coro/patriotas italianos…en una narración de la que es doblemente observador.

La escenografía de Charles Edwards reproduce la estructura de un teatro en decadencia, con viejos telones pintados similares a los utilizados por los grandes ballets románticos, y el vestuario de Sue Willmington dibuja una imaginativa indumentaria para druidas y romanos, muy al gusto de la época, alternándose con figurines decimonónicos para la vida “real”. Nicolas Fischtel, responsable de la iluminación, evoca las candilejas de los escenarios de otros tiempos, cuya cálida luz contribuye al juego onírico en el que conviven ambas realidades.

El maestro Marco Armiliato, de cuya sensibilidad pudimos disfrutar en Tosca (2004) y Madama Butterfly (2017) regresa al foso del Teatro Real para ponerse al frente del Coro y la Orquesta Titulares, junto a un doble reparto encabezado por la soprano española Yolanda Auyanet – a quien escuchamos en el Real como Vitellia en La clemenza di Tito (2016); Mimi en La bohème (2017) y Liu en Turandot (2018)- y la rusa Hibla Gerzmava, intérprete de Leonora en Il trovatore del Real en 2019.

Completan el trío protagonista los tenores Michael Spyres y John Osborn, encarnando al romano Pollione y las mezzosopranos Clémentine Margaine y Annalisa Stroppa, dando vida a la virginal Adalgisa. El papel de Oroveso estará en manos de los bajos Roberto Tagliavini y Fernando Radó.





Trivialidades sorprendentes: La verosimilitud en la Ópera nunca ha sido algo muy apreciado. Monteverdi y Mozart creaban personajes de carne y hueso, y lo mismo Verdi, Musorgski, Berg, Janácek o Britten. No es el caso de Bellini. Y la mejor prueba es esta Ópera, en la que resulta impossible entender qué le ven las dos protagonistas femeninas a Pollione, un tipo sin personalidad alguna, que va de aquí para allá sin decidirse y siempre lamentándose. Un auténtico tostón, por muy procónsul romano que sea.

Curiosamente, Wagner, que detestaba todo lo que fuera italiano, sentía una admiración incondicional por esta Ópera en concreto, que llegó a dirigir en 1837 en Riga. Y no sólo eso, sino que para esta producción compuso también una aria para bajo y coro masculino. Pero no te asustes, pues esa interpolación no se interpreta nunca.




ARGUMENTO


La acción se desarrolla en la Galia durante la ocupación romana, alrededor del año 50 a.C.


ACTO I

Bosque sagrado de los druidas. Los guerreros y druidas de la tribu de los sicambrios están reunidos para esperar la salida de la luna nueva, momento en que Norma, la suma sacerdotisa, va a adivinar mediante ceremonias religiosas la voluntad del dios Irminsul. Oroveso, padre de Norma y jefe de los druidas, confía a su pueblo que espera que el dios sea favorable a la rebelión que planean contra los odiados romanos. Los galos se retiran al bosque. Aparecen sigilosamente Pollione, procónsul de Roma, y Flavio, centurión y amigo suyo. Pollione confiesa que ya no ama a Norma –que, aunque supuestamente es una sacerdotisa virgen, le ha dado en secreto dos hijos– y que se ha enamorado de otra virgen del templo, Adalgisa, y teme la venganza de Norma cuando se entere de su perfidia. Al oír acercarse a los galos, los romanos se retiran con rapidez, pues supondrían la muerte para ellos si los encontraran en ese lugar. Cuando los galos están reunidos de nuevo entra Norma, la cual les reprocha que hayan expresado sentimientos belicosos en el bosque sagrado sin haber consultado antes la voluntad de su dios. Les dice que aún no ha llegado la hora de la rebelión, pero profetiza la futura caída de Roma. Corta el muérdago sagrado, invoca a la luna y reza por la paz. Druidas y guerreros siguen exigiendo la guerra, y como primer golpe, planean la muerte de Pollione. Norma les promete que morirá, pero en su fuero interno espera que Pollione vuelva a ella con el ardor del primer amor, que siente desvanecerse. Adalgisa se queda sola en el bosque sagrado. Aparece Pollione y le expresa su amor. Le anuncia que debe marcharse a Roma al día siguiente, y le suplica que huya con él. Aunque ella también lo ama, no desea romper sus votos; sin embargo, se deja finalmente convencer.


Refugio secreto de Norma en el bosque. Norma se entristece ante la presencia de sus dos hijos, que le recuerdan a Pollione, y pide a Clotilde, su asistente, que se los lleve y los oculte en un lugar seguro. Adalgisa llega nerviosa y se confiesa atormentada por un amor más fuerte que sus votos. A medida que relata sus cuitas de amor, sin mencionar quién es su enamorado, se acrecienta la comprensión de Norma, que recuerda su propia experiencia. Libera a Adalgisa de sus votos y le pregunta el nombre de su amado. Para su consternación, Adalgisa señala a Pollione, que espera fuera. Él entra precipitadamente con el fin de impedir la revelación, pero llega tarde y se encuentra cara a cara con Norma, que le acusa de traicionarla y de engañar a Adalgisa, a quien, más que culpar, Norma compadece. Pollione se prepara para marcharse y pide a Adalgisa que le acompañe. Ella, horrorizada por su perfidia, le rechaza, y Norma le amenaza con vengarse. Suena el gong sagrado, convocando a Norma al altar, y ella le anuncia que ese sonido presagia la muerte del romano.


ACTO II

En la habitación de Norma. Norma blande un cuchillo sobre sus hijos mientras duermen, pensando en matarlos y suicidarse después, pues teme por la suerte que correrán si quedan desprotegidos. Pero no es capaz de hacerlo ni siquiera para vengarse de Pollione y pide a Clotilde que llame a Adalgisa. Decidida a morir, le pide a Adalgisa que contraiga matrimonio con Pollione y le confía a sus hijos, suplicándole que se los lleve a Roma y los proteja. Adalgisa manifiesta que no pretende casarse con Pollione ni abandonar el país y le ruega a Norma que piense en sus hijos y que no se quite la vida. Además, promete interceder para que Pollione vuelva con Norma, pues está segura de que él se arrepiente de su deslealtad. Norma queda convencida.


Templo de los druidas. Los celtas siguen tramando la rebelión, pero están dispuestos a disimular por un tiempo si es necesario. Clotilde anuncia a Norma que Pollione está decidido a llevarse a Adalgisa, lo cual hace pedazos sus esperanzas de que el romano vuelva con ella. Impulsada por el deseo de venganza, Norma hace sonar el gong sagrado para convocar a la tribu y, anunciando que ha llegado el momento de la rebelión, les pide que entonen su grito de guerra. Oroveso le pide que complete los ritos sacrificiales necesarios. Traen a Pollione, que ha sido capturado cuando trataba de llevarse a Adalgisa a la fuerza y Norma pide a la tribu que abandone el templo, pues debe interrogar a Pollione en privado. Ella se regocija porque ahora él está en su poder, aunque le promete que será libre si jura olvidar a Adalgisa. Su negativa exaspera tanto a Norma que amenaza con castigar también a Adalgisa, y se siente triunfante cuando él se rebaja a implorar, no por sí mismo, sino por Adalgisa. Norma convoca de nuevo a los druidas y los guerreros, prometiendo a Pollione que utilizará a Adalgisa para castigarle. Anuncia que ha descubierto que una de las sacerdotisas ha ultrajado sus votos y ha traicionado a su país. Cuando la tribu exige conocer el nombre de la infractora, Norma no se siente capaz de nombrar a la inocente Adalgisa, y pronuncia su propio nombre, desvelando a Pollione la nobleza del alma que ha desdeñado. Vencido al fin por el remordimiento, él declara que la ama de nuevo y que morirá a su lado gustosamente. Mientras se prepara para subir a la pira que se está levantando para su ejecución, Norma confiesa la existencia de sus hijos y suplica a su padre que los proteja. Sus ruegos vencen la resistencia paterna y Norma y Pollione ascienden a la pira juntos.



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Fuente: Teatro Real de Madrid, Ópera para dummies.


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