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Foto del escritorPierrick Massé

LA CENERENTOLA de Gioachino Rossini.

Actualizado: 21 abr


DATOS PRÁCTICOS

Fechas: del 23 de septiembre al 9 de octubre del 2021

Entradas: de 16 a 593 euros, ver enlace


Vuelve La Cenerentola (La cenicienta) al Teatro Real después de 20 años, en esta ocasión en una divertida y trepidante coproducción de la Den Norske Opera de Oslo y la Opéra National de Lyon, que estará en escena entre los días 20 de septiembre (Preestreno Joven) y 9 de octubre (15 funciones), con la inauguración oficial de la Temporada el 23 de septiembre a las 19.30 horas.



En su última opera buffa, Gioachino Rossini, junto con el libretista Jacopo Ferretti, partieron del famoso cuento infantil, despojándolo de su lado más fantasioso: la malvada madrastra fue reemplazada por el mezquino padrastro Don Magnífico; el hada madrina desaparece, dejando a Alidoro como ‘padrino’ de la desdichada criada; y al icónico zapato lo sustituyen por un simple brazalete. Sin embargo, el director de escena danés Stefan Herheim devuelve al cuento su fantasía -más cercana al universo de Lewis Carroll que al de Charles Perrault- con una hilarante, imaginativa y colorida producción, en la que el mismísimo Rossini baja en una nube para dirigir su ópera…

Un doble reparto dará vida a los peculiares personajes de La Cenerentola, encabezado por las mezzosopranos Karine Deshayes y Aigul Akhmetshina, en el papel titular. Les acompañan los tenores Dmitry Korchak y Michele Angelini (Don Ramiro); los barítonos Renato Girolami y Nicola Alaimo (Don Magnífico); y Florian Sempey y Borja Quiza (Dandini); los bajos Roberto Tagliavini y Riccardo Fassi (Alidoro), las sopranos Rocío Pérez y Natalia Labourdette (Clorinda) y la mezzosoprano Carol García (Tisbe).

La dirección musical correrá a cargo de Riccardo Frizza, que ya dirigió en el Teatro Real las dos versiones de Tancredi, también de Rossini, en 2007. Contará con el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, que volverán a interpretar La Cenerentola 20 años después.




La historia de la sirvienta que se transforma mágicamente en princesa está presente en las tradiciones folclóricas de la antigua Grecia, la dinastía Tang en China, Las mil y una noches, así como en las antologías de Perrault, los hermanos Grimm y –como todos sabemos– Walt Disney. Ahora bien, en ninguna de ellas –que sepamos– se pronuncia la pregunta de resonancias hamletianas que si escuchamos en La Cenerentola de Rossini: ≪.Soy un príncipe o una coliflor?≫. En efecto, un siglo y medio de tradición de commedia dell’arte y otro mas de opera buffa no habían transcurrido en balde y, así, el último dramma giocoso del último gran representante de este género batió todas las expectativas en su tiempo –la ópera llegó hasta Constantinopla, Buenos Aires, Calcuta y Sidney a solo unas pocas décadas de su estreno en Roma– del mismo modo que sigue sin defraudar en el nuestro.

La divertida y animada producción de Stefan Herheim que nos visitará en esta ocasión añade un inesperado ingrediente a esta excitante mezcla de humor y fantasía, pues en ella el propio compositor hará acto de presencia y demostrara como la verdadera magia se encuentra, en realidad, en la voz humana.





ARGUMENTO


ACTO I

Cuadro primero

En el castillo del barón don Magnifico, sus dos hijas Clorinda y Tisbe se pelean por tonterías, mientras su hermanastra Angelina, la Cenicienta, canta una canción. En ese momento, entra disfrazado de mendigo Alidoro, el mentor del príncipe Ramiro. Las hermanas quieren echarle, pero Cenicienta se apiada de él y le ofrece café.

De pronto, y sin que nadie los esperara, unos gentilhombres de la corte anuncian la llegada del príncipe, quien, para encontrar a la joven más hermosa del reino con la que casarse, quiere organizar una fiesta. El barón don Magnifico espera que la elegida sea Clorinca o Tisbe, porque tener de yerno a un hombre rico y de linaje real sería lo mejor para salvar la fortuna familiar.

Mientras todo el mundo se prepara para la fiesta, el príncipe don Ramiro entra en la sala, pero vestido con la ropa de su criado Dandini. Quiere observar libremente a sus potenciales esposas. Cenicienta regresa a la sala y él le pregunta quién es, pero ella, confusa, apenas puede hablar y se escapa.

Finalmente llega el príncipe, que en realidad es Dandini con ropajes reales. Tras recibir los halagos de don Magnifico, Clorinda y Tisbe, los invita a todos a la gran fiesta. Cenicienta, que lo ha escuchado, pide también ir, pero don Magnifico se lo prohíbe. Alidoro –que ya está con su apariencia normal– presencia la negativa y le recuerda al patriarca la obligación de que vayan todas sus hijas. Según su registro, en la casa debería haber una tercera joven, pero don Magnifico afirma que está muerta.

A solas ya con Cenicienta, Alidoro le promete llevarla al baile y le explica que una deidad celestial vela por ella y la recompensará por su bondad.

Cuadro segundo

En la fiesta del príncipe, don Ramiro y Dandini están perplejos, porque Alidoro les ha asegurado que la esposa ideal se encontraba entre las hijas de don Magnifico. Dudan de que alguna de las dos mujeres que han conocido sea la idónea para casarse. En ese momento entran Clorinda y Tisbe, deseosas de saber por cuál de ellas se ha decidido el que creen que es el príncipe. Dandini les dice que elegirá a una y casará a la otra con su criado, lo cual despierta la ira de las soberbias jóvenes, quienes desprecian la idea de una boda con un simple criado. Es entonces cuando Alidoro aparece junto a una mujer desconocida cuyo extraño parecido con Cenicienta resulta perturbador. Esta expresa que prefiere el amor y la bondad a los bienes de la fortuna, lo que conmueve al príncipe, que se siente inmediatamente atraído por la dama sin nombre.


ACTO II

Cuadro primero

En el gabinete de don Ramiro, don Magnifico comenta con sus hijas que teme que la llegada de la bella desconocida arruine las posibilidades de estas, pero ellas le tranquilizan seguras de sus oportunidades. Salen de la sala y llega don Ramiro, que se esconde al oír que alguien se acerca. Es Cenicienta perseguida por Dandini. Cansada del atosigamiento, le confiesa que no le ama a él, sino a su criado. Cuando el príncipe lo oye, abandona su escondite loco de alegría, pero Cenicienta le anuncia que tiene que volver a casa, y que no quiere que la siga, pero antes le da uno de sus brazaletes, que le servirá de prueba: si de verdad la ama, sabrá encontrarla de nuevo porque ella llevará puesto uno idéntico. El príncipe decide inmediatamente emprender la búsqueda de esta joven misteriosa, agraciada y fascinante.

Don Magnifico y Dandini se encuentran a solas. El barón intenta sonsacarle a quién ha elegido como esposa, pero Dandini se niega a contestarle y termina por confesarle que él no es más que el criado del príncipe. Don Magnifico estalla furioso.

Cuadro segundo

La fiesta ha terminado, don Magnifico y sus hijas vuelven a casa de muy mal humor. Hostigan a Cenicienta y le ordenan que prepare la cena. Se desata una tormenta y se escucha cómo vuelca un carruaje frente al castillo. Es don Ramiro, que junto a Dandini, entra a refugiarse. Este descubre a don Magnifico quién es en realidad el verdadero príncipe. El barón ordena a Cenicienta que traiga la mejor butaca para el príncipe; la muchacha, ingenuamente, pretende servir a Dandini, pero cuando descubre que él no es el príncipe, sino el que suponía su criado, intenta huir avergonzada.

Don Ramiro reconoce el brazalete, la retiene y hace pública su decisión de tomarla como esposa. Las hermanastras y don Magnifico se niegan a aceptar su derrota y siguen burlándose de Cenicienta. El príncipe amenaza con su ira, pero Cenicienta le pide que los perdone.

Cuadro tercero

Se celebra la boda de don Ramiro y Cenicienta. Don Magnifico quiere postrarse ante la princesa, pero Cenicienta solo le pide una cosa: que la reconozca como lo que es, su hija. Por fin, después de vivir en la miseria, sus días de infortunio han terminado.












Fuente: Teatro Real de Madrid.



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