Pierrick Massé
AIDA de Giuseppe Verdi
Actualizado: 21 abr
DATOS PRÁCTICOS
Lugar: Teatro Real de Madrid, Plaza Isabel II, s/n. (Plaza de Oriente) 28013 Madrid
Fechas: del 24 de octubre al 14 de noviembre 2022
Entradas: De 17 a 632 euros ver enlace
Entre los días 24 de octubre y 14 de noviembre se ofrecerán 19 funciones de Aida, recuperando la espectacular producción concebida por Hugo de Ana para la inauguración de la segunda temporada del ‘nuevo’ Teatro Real, en octubre de 1998, con las modificaciones introducidas en la producción en 2018. En esta ocasión, la versión actualizada en 2022, estará coproducida con la Abu Dhabi Music and Arts Foundation.
El Teatro Real mira, pues, a su historia pasada y reciente a través de la reposición de Aida como un simbólico autohomenaje, después del éxito de esta misma producción en las a lo largo de los últimos 25 años del Teatro Real.
Con más de 250 artistas ─entre solistas, coro, bailarines, actores y orquesta─ y una escenografía espectacular, Aida vuelve a Madrid bajo la dirección musical Nicola Luisotti (13 funciones), Daniel Oren (7 funciones ) y Diego García Rodríguez (1).
Tres repartos reunirán en el Real a grandes voces verdianas: las sopranos Krassimira Stoyanova, Maria Agresta, Roberta Mantegna y Anna Netrebko (Aida); las mezzosopranos Jamie Barton, Sonia Ganassi y Ketevan Kemoklidze (Amneris); los tenores Piotr Beczala, Yusif Eyvazov y Jorge de León (Radamés); los barítonos Carlos Álvarez, Artur Ruciński y Gevorg Hakobyan (Amonasro) y los bajos Alexander Vinogradov; Jongmin Park y Simón Orfila (Ramfis)
Con el estreno de Aida en El Cairo, en 1871, Giuseppe Verdi, sexagenario y con 25 óperas en su haber, culminaba aparentemente una carrera prolífica (que luego duraría hasta los 80 años), con una partitura muy efusiva, pero también honda e intimista, en la que afloran los temas recurrentes en su obra: el triángulo amoroso, el trasfondo político y social, la prepotencia de los dictadores, la humillación de los oprimidos, los sentimientos paterno-filiales, los celos, los amores prohibidos, la traición, la soledad, la muerte…
Desde el punto de vista compositivo, Aida también refleja la veteranía de Verdi: su dominio de la escritura vocal, ─privilegiando los dúos y números de conjunto, en detrimento de las arias─; la genial utilización de la orquestación para obtener efectos dramatúrgicos; la yuxtaposición de momentos de recogimiento y de esplendor; y la pericia en la articulación de grandes números corales y coreográficos con inspiradas melodías solistas, de gran aliento y profundo dramatismo.
Es precisamente esta dualidad entre la espectacularidad de las escenas de masas ─con el imperio egipcio, ejércitos, faraones, esclavos, sacerdotisas, invasores, prisioneros, ritos religiosos, celebraciones, etc.─ y aquellas, recogidas, en las que afloran los conflictos y dramas de los protagonistas, donde radica la dificultad de la puesta en escena de Aida.
Hugo de Ana opta por una producción de fuerte poder simbólico, dominada por una colosal pirámide que sugiere la magnificencia del poder político y religioso y también el triángulo amoroso que vertebra el drama, contrapuesta a paisajes desérticos que enfatizan la profunda soledad de los personajes, que se debaten entre sentimientos, dudas y contradicciones.
Para la actual reposición de Aida, Hugo de Ana ha introducido pequeñas modificaciones en relación con la revisión de 2018, actualizando algunos elementos, como las proyecciones que se han concebido para trascender la evocación de un Oriente idealizado.
Trivialidades sorprendentes:
El espectáculo fue encargado por el pachá de Egipto por una suma equivalente a 14 000 euros, lo que no estaba nada mal para la época. Cuando un año mas tarde se estreno en Italia, en la Scala de Milán, dirigida por el propio Verdi, fue un éxito abrumador: el publico aplaudió de pie mientras los artistas salían a saludar ¡treinta y dos veces!
ARGUMENTO:
ACTO I
En una sala del palacio. Ramfis, el sumo sacerdote, conversa con Radamés, el joven capitán de la guardia. Este espera ser elegido para dirigir las tropas egipcias que han de enfrentarse a los invasores etíopes que amenazan la frontera. Sumido en un sueño de gloria, anhela un gran triunfo para ofrecérselo a su amada Aida, esclava etíope al servicio de Amneris, la hija del rey. El sacerdote consulta con la diosa Isis el nombre del elegido como salvador de la patria. Entran Amneris -enamorada a su vez de Radamés- y Aida. La hija del faraón se consume de celos, pues sabe que el joven capitán ama a otra mujer y sospecha que esa mujer es Aida, su esclava. El faraón y los sacerdotes comunican que Isis ha determinado que sea Radamès quien acaudille el ejército egipcio contra el invasor, que marcha conducido por su rey Amonasro, padre de Aida. La esclava, al conocer el nombramiento de Radamès, ve divididos sus sentimientos entre el amor y el patriotismo.
Desde el interior del templo de Vulcano en Menfis se oyen a lo lejos los cantos de las sacerdotisas invocando la protección de los dioses; con ellos se mezclan las invocaciones de Ramfis y sus sacerdotes. En el curso de la ceremonia posterior, Radamés es investido por el sumo sacerdote con las armas sagradas mientras todos piden al dios que le proteja le conceda la victoria
ACTO II
Un grupo de esclavas entretienen a la hija del faraón mientras esta se prepara para la fiesta del triunfo, pues se ha sabido que Radamès ha resultado victorioso contra los etíopes. Pero recurre a un ardid para asegurarse de los sentimientos de Aida: le comunica la falsa noticia de que el joven comandante ha muerto en combate. La joven esclava no es capaz de ocultar su turbación, revelando con ello su amor por Radamès. Amneris revela su mentira y Aida no puede controlar sus emociones, sobre todo cuando Amneris le confiesa que también ella ama al capitán. A punto de confesar su verdadero origen, Aida consigue dominarse y no hacer mención de su sangre real, aunque admite que solo vive por el amor de Radamés. Amneris la amenaza con una feroz venganza.
En las puertas de Tebas la multitud recibe con vítores triunfales a Radamès, quien, junto a sus tropas victoriosas, conduce también a los prisioneros etíopes. Radamés recibe la corona triunfal de manos de Amneris y pide clemencia para los prisioneros, entre los que se encuentra Amonasro. Al ver a su padre encadenado, Aida no puede evitar delatarse como hija suya. Ramfis aconseja al rey que los ejecute, pero este consiente en que los prisioneros sean liberados a condición de que Amonasro permanezca en calidad de rehén. Además, como premio a su victoria, concede a Radamès la mano de su hija Amneris.
ACTO III
Antes de celebrarse las nupcias, Amneris se dirige al templo de Isis para orar en compañía de Ramfis. Aparece Aida, que debe encontrarse furtivamente con Radamès. A Amonasro no le ha pasado inadvertido el interés que muestra Radamés por su hija, e intenta que esta averigüe de boca de Radamès el paso secreto que atraviesa la frontera egipcia. Los enamorados se encuentran y Radamès confiesa que pronto estará de nuevo a la cabeza del ejército y que como premio a su nueva victoria tiene previsto pedir al rey la libertad y la mano de Aida. Pero esta le hace ver que ni los sacerdotes, ni Amneris, ni el propio rey lo permitirían, y que solo la huida pondría fin a sus padecimientos. Radamés revela entonces que el desfiladero de Nápata no está custodiado y que podrían escapar por él. En ese momento Amonasro, que ha escuchado escondido toda la conversación, irrumpe y revela su identidad a Radamés, quien descubre así que, involuntariamente, ha traicionado a su país. Amneris y Ramfis salen del templo y los sorprenden. Amonasro se abalanza contra Amneris, pero Radamés se interpone entre ambos y permite la huida de Aida y Amonasro. Después se entrega al sumo sacerdote.
ACTO IV
A pesar de que sabe que ha intentado huir con Aida, Amneris todavía ama a Radamés, e intenta infructuosamente convencerlo de que niegue los cargos que se han levantado contra él. Después le dice que Aida todavía está viva y promete a Radamès que ella conseguirá que sea perdonado si renuncia al amor de la esclava, pero este rechaza el ofrecimiento. Radamès es juzgado por el tribunal de sacerdotes y es condenado a la muerte reservada a los traidores: será enterrado vivo. Mientras Radamès espera su final en la tumba en la que ha sido sepultado, Aida aparece a su lado; se ha hecho enterrar viva con él para morir a su lado.
Ópera en cuatro actos
Música Giuseppe Verdi (1813-1901)
Libreto de Antonio Ghislanzoni, basado en un guion (1869) de Auguste Mariette y Camille du Locle
Estrenada en la Ópera de El Cairo el 24 de diciembre de 1871
Estrenada en el Teatro Real el 12 de diciembre de 1874
Producción del Teatro Real
En coproducción con Abu Dhabi Festival, basada en la original del Teatro Real de 1998
EQUIPO ARTÍSTICO
Director musical | Nicola Luisotti
Director de escena, escenógrafo y figurinista | Hugo de Ana
Iluminador | Vinicio Cheli
Coreógrafa | Leda Lojodice
Diseñador de proyecciones | Sergio Metalli
Director del coro | Andrés Máspero
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Fuentes: Teatro Real de Madrid, Ópera para dummies
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