Una madre de película: El síndrome del nido vacío explicado a 24 fotogramas por segundo
Actualizado: 7 feb
Si alguna vez pensaste que el mayor drama en la vida de una madre era cambiar pañales a medianoche, espera a que sus hijos crezcan y se vayan de casa. Una madre de película, el monólogo escrito por Juan Carlos Rubio y protagonizado por Toni Acosta llega al Teatro Bellas Artes y convierte el temido síndrome del nido vacío en un espectáculo hilarante y emotivo que está arrasando con el público.

Rubio y Acosta vuelven a unir fuerzas en este montaje que toma la obsesión de una madre por su hijo y la fusiona con un maratón cinematográfico en el que los recuerdos, las referencias cinematográficas y las emociones se entrelazan como una secuencia de escenas inolvidables, convirtiendo la maternidad en un guion donde la comedia y el drama compiten por el papel principal.
"24 fotogramas por segundo.... y la eternidad" (Eva María, Una Madre de Película")
El tema central de la obra ya había sido explorado en otras obras, como por ejemplo en "La Madre" de Florian Zeller, aunque desde una perspectiva más oscura y perturbadora. En contraste, Una madre de película opta por la comedia como vehículo para abordar una cuestión universal: ¿Qué ocurre cuando la vida que has construido en torno a alguien se queda, de repente, sin su protagonista? Sin embargo, más allá del tono, ambas propuestas comparten un punto esencial: la importancia de la salud mental de las madres, quienes, desde el momento en que conciben, parecen convertirse en un “táper” donde el contenido —los hijos, la familia— acaba desplazando al propio contenedor, la madre. Más allá del espectáculo, la obra deja en el aire preguntas que resuenan en muchas madres (y padres): ¿Cuándo deja una madre de ser el “táper” que contiene la vida de sus hijos? Y lo más importante, ¿Cómo se aprende a ser la protagonista de tu propia historia cuando has pasado años como “personaje secundario”?
A lo largo de los 85 minutos de la obra, Toni Acosta se adueña del escenario con un histrionismo que solo se puede definir como arrollador. Su dominio del ritmo, su capacidad para transitar de la risa al desgarro en cuestión de segundos y su destreza para desgranar anécdotas con una precisión casi cinematográfica hacen de su interpretación un auténtico placer. Toni demuestra ser un verdadero “táper lleno de talento” (spoiler de la obra). Sin embargo, aunque el monólogo la sitúe en el centro del escenario, no está sola: el trabajo de Mariano Marín en el diseño sonoro y música, junto a la iluminación de Nicolás Fischtel, actúa como una coreografía invisible que potencia cada escena, giro emocional, cada pausa dramática y cada explosión de humor.
Con entradas agotadas y una conexión innegable con el público, Una madre de película es una experiencia teatral que entrelaza humor, inteligencia y sensibilidad para demostrar que la vida de las madres, al igual que una gran película, está llena de giros inesperados, escenas inolvidables y momentos de quiebre dramático. Una obra que confirma que, cuando se trata de madres, todos tenemos una protagonista digna de un Óscar.
Nota del redactor: Hacer referencia a tápers no es gratuito, vayan al teatro para saber por qué
Texto y dirección: Juan Carlos Rubio; Reparto: Toni Acosta; Diseño de escenografía: Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer (EstudioDeDos); Espacio sonoro y música: Mariano Marín; Diseño de iluminación: Nicolás Fischtel; Vestuario: La leona alegre; Productor: Jesús Cimarro; Producción: Pentación Espectáculos, Leona Madre y La Alegría Producciones.
Comments