La mujer rota: cuando el espejo devuelve demasiada verdad
- Manuel Alméstar
- 9 oct
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 11 oct
¿Qué ocurre cuando una mujer se queda sola con su voz, sus recuerdos y sus heridas? ¿Qué pasa cuando el espejo ya no devuelve una imagen, sino un eco quebrado de lo que fue? "La mujer rota", novela de Simone de Beauvoir convertida en monólogo teatral interpretado por Anabel Alonso, llega al Teatro Infanta Isabel para abrir esas preguntas sin prometer respuestas.

Dirigida y adaptada por Heidi Steinhardt, la obra rescata uno de los tres relatos que componen el libro de Beauvoir, y lo transforma en una experiencia escénica de una sola voz y mil pensamientos. Durante hora y media, Alonso sostiene un torrente verbal que no concede pausas —sin puntos ni comas—, un flujo de conciencia que avanza como una corriente imparable de memoria, frustración y deseo.
La Mujer Rota nos acerca a Murielle sola en Nochevieja. Suenan las risas y brindis de los vecinos, pero en su casa solo hay silencio y pensamientos que no cesan. Entre recuerdos, culpas y la necesidad de ser vista, reconstruye su vida a pedazos, sus matrimonios, sus hijos, su rol como hija, esposa y madre. Murielle habla desde una época en la que las mujeres lo daban todo y se quedaban vacías, pero también desde nuestro presente en el que seguimos aprendiendo —con dificultad— a no definirnos a través de los demás.
Anabel Alonso, conocida por su versatilidad cómica, se adentra aquí en un territorio radicalmente distinto, demostrando una madurez interpretativa, la cual ya hemos sido testigos en obras tales como "La Celestina". Su Murielle no busca compasión, sino comprensión. Alonso modula con precisión las emociones, saltando de la furia al humor ácido, de la vulnerabilidad a la rabia, sin perder ritmo ni verdad. La dirección de Steinhardt mantiene el pulso literario del texto, respetando su naturaleza introspectiva, pero transformándola en un teatro que respira y duele. La escenografía y vestuario de Alessio Meloni, sobria, en tonos grises y pasteles, refuerza esa sensación de encierro elegante y asfixiante, de un hogar que ya no refugia, sino que oprime. La iluminación de Rodrigo Ortega no busca grandes efectos, sino que envuelve a la protagonista en penumbras que laten al ritmo de su conciencia. El resultado es un trabajo profundo y honesto, donde Alonso llena el espacio escénico construyendo un torbellino emocional que atrapa y convierte al espectador en confidente involuntario. Su Murielle se rompe, se recompone y vuelve a romperse frente a nosotros, en una coreografía de la vulnerabilidad que hace visible la soledad, la dependencia emocional, el miedo al olvido.
Esta puesta de "La mujer Rota" confirma la vigencia del pensamiento de la autora y la fuerza del teatro como espacio de reflexión sobre la identidad, la soledad y los roles que aún nos definen. Porque, al final, mirarse al espejo —aunque duela— sigue siendo el primer paso para empezar de nuevo.
LA MUJER ROTA de Simone de Beauvoir | Dirección de Heidi Steinhardt; Interpretado por Anabel Alonso; Ayudante de dirección Ana Barceló/Manuel Ramos; Escenografía y vestuario Alessio Meloni; Diseño de iluminación Rodrigo Ortega; Diseño de sonido Mariano Marín; Producción ejecutiva Jair Souza – Ferreira; Diseño gráfico Javier Naval; Distribución Julio Municio; Dirección de producción Miguel Cuerdo; una producción de LAZONA














Alonso llena el espacio escénico construyendo un torbellino emocional que atrapa y convierte al espectador en confidente involuntario. Su Murielle se rompe, se recompone y vuelve a romperse frente a nosotros, en una coreografía de la vulnerabilidad que hace visible la soledad, la dependencia emocional, el miedo al olvido.